Mas allá de su locación, selvática o ciudadana, siempre se lo ve acompañado de su pareja (siempre la misma ya que es monogámico) y en torno a su nido para el cual se esfuerza constantemente
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Puede construirlo en los más variados lugares, desde un poste de luz hasta el tejado de una casa, siempre en la búsqueda de protección para sus crías.
Su denominación de ahí viene, el nido que construye tiene forma de horno con una abertura. Las paredes de están formadas por barro, mezclado con pajitas, ramas y todo elemento que recolecta para dar solidez a las paredes de su hogar. Cuando se endurece puede ser tan duradero que utiliza ese nido de una estación a otra, siempre y cuando los pichones permanezcan allí, de lo contrario la pareja se va a buscar un nuevo lugar para la siguiente cría en la etapa próxima. Los pequeños tardan más de tres meses en aprender a volar y a obtener su propio sustento, una vez que lo hacen suelen quedarse algunos meses más en compañía de los progenitores.
Su alimentación se basa en semillas y vegetales pero es principalmente un gran insectívoro, por lo cual los agricultores agradecen la presencia de este ave en sus campos, incluso hay leyendas populares sobre los buenos augurios que trae el hornero cuando se instala en el terreno de uno.
El canto lo utiliza con frecuencia, si uno sale solo, al regresar le avisa a su pareja que ha llegado mediante sus silbidos; también es muy común verlos canturrear juntos como si festejasen su encuentro y permanencia juntos a lo largo de la vida. El hornero, pequeño y modesto, tiene mucho para enseñarnos.