En sus orígenes, el Lusitano, fue utilizado para las luchas con espada y escudo siendo ideal por su rapidez, agilidad y tamaño. Nació asociado a la necesidad de un buen caballo de montura y aun hoy, salvando las distancias y el disímil contexto, se lo usa especialmente para eso y es muy solicitado por la Alta Escuela. Si bien es un requerido caballo de silla, hay que destacar que no es para principiantes, es más bien recomendado para jinetes experimentados que puedan imponer disciplina dado que es enérgico y en algún punto nervioso, lo que no quita que sea un noble compañero.
Al igual que el español, sus influencias y orígenes están íntimamente ligados a los caballos bereberes que han entrado a la península con la invasión mora.
Su pelaje puede ser de todos los colores pero hay predominancia del castaño y pardo. Sus extremidades son muy largas, proporcionándole una altura y estilismo destacado. La cabeza es proporcionada y estrecha, las orejas pequeñas, la frente recta lo proyecta firme y seguro hacia adelante facilitando la concentración, especialmente en las carreras y en la doma, es además entusiasta y corajudo por lo que en los últimos tiempos se lo utiliza para atractivos espectáculos como las carreras de obstáculos.
Su crin, al igual que su cola, es muy llamativa, larga, delgada y poblada, se luce especialmente en el galope bamboleándose de un lado a otro y dándole un aspecto combativo, ágil y de libertad a su paso.