Al igual que en los humanos, seimpre hay uno que ha tenido una vida ideal, estando completamente sano, con la educación ideal pero aún así es agresivo.
En la gran mayoría de los casos estas conductas responden a algo. Puede ocurrir que los errores en la educación no sean mal intencionados, es más, lo más probable es que no sea así, pero son una causa muy frecuente de este problema.

El punto es qué hacer ante el hecho consumado de tener un perro muy agresivo, sobre todo si tiene cierto porte.
Lo primero que hay que hacer es consultar con un veterinario para que evalúe la salud del perro. Puede ser que una condición médica oculta este condicionando este comportamiento. De no ser así seguramente nos derivará a un especialista en comportamiento animal, para intentar revertir esta conducta con un adecuado entrenamiento. Los resultados varían con la severidad del problema, pero en muchos casos se puede ser optimista.
Si hemos descartado los problemas de salud, si hemos intentado más de un tratamiento para modificar la conducta y el perro sigue siendo un peligro, aunque suene muy feo, no queda otra opción que sacrificarlo. Regalar un perro con este problema a otra persona es trasladar un peligro del que seguramente van a surgir víctimas.